Trina Álvarez
Perfil docente
En la educación inicial, se concibe el rol del docente como
mediador de experiencias de aprendizajes de los educandos. Entendiendo por mediación
un proceso mediante el cual produce una interacción
social entre dos o más personas con el propósito de producir un conocimiento.
El maestro y la maestra, debe ser un modelo de liderazgo, con
valores y con una visión creativa, con la búsqueda del bienestar social
colectivo. Además, debe ser promotor y promotora de la formación del educando. El
perfil docente consiste en formar personas dinámicas, polivalentes, creativas,
reflexivas, críticas e investigadoras, con habilidades, conocimientos y
actitudes para diseñar, evaluar, desarrollar, y formular diversas estrategias
en los contextos socio-educativo y culturales.
En concordancia con las bases del currículo de Educación
Inicial, la definición del perfil docente obliga se basa con relación a cuatro
pilares del conocimiento; así la formación integral humana que reúna tanto
aspectos personales, afectivos, actitudinales, intelectuales y habilidades como
la relación a su entorno. En ellos podemos nombrar los pilares como lo son:
aprender a hacer, aprender a conocer, aprender a convivir y aprender a ser; los
cuales están asociados a los distintos roles y competencias del docente
requeridos en la cotidianidad de la acción pedagógica. En las tres dimensiones podemos
hacer mención a:
1) Persona: Está asociada al pilar del conocimiento:
“Aprender a Ser”, lo que implica desarrollar carisma personal y habilidad para
comunicarse con efectividad, esta dimensión contempla el desarrollo global de
la persona: cuerpo y mente, inteligencia, sensibilidad, sentido estético,
responsabilidad individual, espiritualidad, además del desarrollo de la
creatividad e imaginación y de la capacidad para actuar de acuerdo a un
conjunto de valores éticos y morales.
2) Pedagógica –
Profesional: Esta dimensión se relaciona con los pilares del conocimiento
vinculados a “Aprender a Conocer” y “Aprender a Hacer”. Con el primero se
enfatiza la necesidad de adquirir los instrumentos del pensamiento para
aprender a comprender el mundo que lo rodea, al menos suficientemente para
vivir con dignidad, desarrollar sus capacidades profesionales y comunicarse con
los demás. Se justifica en el placer de comprender, de conocer, de descubrir e
indagar. Esto favorece la curiosidad intelectual, estimula el sentido crítico y
permite descifrar la realidad, adquiriendo al mismo tiempo una autonomía de
juicio. Además, implica conocer acerca de la cultura general y saberes
específicos, lo cual requiere un aprendizaje permanente por parte del docente. Con
el segundo, Aprender a Hacer, se prioriza la necesidad de poder influir sobre
el propio entorno. Estrechamente vinculado a la formación profesional: ¿Cómo
enseñar? ¿Cómo poner en práctica lo conocido? y ¿Cómo innovar en la acción?.
Este tipo de conocimiento requiere de un conjunto de competencias específicas
asociadas al comportamiento social, la capacidad de iniciativa y la de asumir
riesgos, además implica el desarrollo de habilidades que faciliten el trabajo
con los niños y niñas, además de aprender a trabajar en equipo.
3) Social –Cultural: Esta dimensión se vincula con el pilar
de conocimiento: “Aprender a convivir”, para participar y cooperar con los
demás en todas las actividades humanas. Este tipo de aprendizaje constituye uno
de los pilares prioritarios de la educación contemporánea, cuya labor en el
proceso de formación es estudiar la diversidad de la especie humana, lo cual
implica el descubrimiento gradual del otro y la interdependencia entre todos
los seres humanos. Aquí es necesario priorizar la convivencia junto a otros
respetando la diversidad cultural y personal. Ello implica una educación
comunitaria, basada en el trabajo, la participación, la negociación, la crítica
y el respeto, donde los derechos y deberes de los ciudadanos sean la guía
permanente de las acciones colectivas.
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